21.7.03

Ricardo Piglia (La ciudad ausente, Anagrama 2003) respondió a una entrevista virtual en la Jornada Semanal, donde habla del cariz (pre)monitorio del/a escritor/a que resignifica la experiencia.

–¿A qué atribuye que el escritor de pronto tiene una especie de radar que sintoniza con los acontecimientos de su época, y en ocasiones se adelanta a lo que está por suceder?

–La literatura trabaja con los nudos secretos de la vida social, está ligada a ciertos núcleos y a ciertas intensidades donde se anudan los conflictos. Trabaja con la verdad, el poder, el dinero, la violencia; trabaja con el mal, diría, incluso si me permite una metáfora pasada de moda: la presencia elusiva del mal como forma social es uno de los grandes temas de la literatura. Entre las múltiples historias que se cuentan algunas tienen la virtud de capturar el sentido del presente y hacerlo visible. Muchos libros han contado esas historias futuras, o mejor: han contado una historia que ha adquirido su sentido pleno en el futuro. Bastaría releer Los siete locos de Arlt o Ubik de Philip Dick, para acercarnos la cuestión que usted plantea [...] Yo digo en broma que todas las historias suceden en el futuro, pero las historias que se ubican deliberadamente en el futuro lo hacen para hablar con mas claridad del presente, de lo que en el presente se percibe como germen de lo que está por venir. La ciencia ficción es un ejemplo claro de esto, siempre usa el futuro para criticar el presente.

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