14.8.04

Entre la trascendencia y la experiencia
De las célebres afirmaciones que Rosa Montero hace en su libro (anteriormente reseñado) recojo la idea de que sólo olvidamos los años que no vivimos; los que no nos tocó vivir los recordamos, situación que aplicaba a los sesentas tan recordados por generaciones actuales.
Esa idea ahora yo la aplico como axioma, para decir que evoco entrañablemente libros que nunca he vivido a plenitud, como visitantes de esta librería que no tuvieron a bien presentárseme con toda su trascendencia.

Es el caso, por ejemplo, de Más allá del ego (Kairós 1982), una compilación de textos de psicología transpersonal que agrupa la escritura de Maslow, Capra, Grof, Wilber, Dass, Tart, Goleman, entre otros.
Para no alejarme tanto del sentido de estas "nuevas" intuiciones psicologícas y acusarlas, bajo mis prejuicios positivistas, copio una explicación de la misma que aparece en las primeras páginas de la introducción:

La psicología transpersonal apunta, por ende, a la expansión del campo de la
investigación psicológica para incluir dimensiones de la experiencia y del
comportamiento humanos que se asocian con la salud y el bienestar llevados al
extremo. Para conseguirlo se nutre tanto de la ciencia occidental como de la
sabiduría oriental...


¿Que por qué mi incomprensión de las maravillosas tesis de la transpersonalidad, tan llenas de genio creativo? En la misma Francia, que a diferencia de México fue tocada sólo tangencialmente por el comtismo (A. Comte, La filosofía positiva, Porrúa 2000), sonreirían al constatar los prejuicios positivas que manifestamos públicamente para admitirnos creyentes de cuestiones etéreas. En este punto, más bien parecemos absolutos partidarios de la filosofía introducida por G. Barreda hace más de un siglo (La educación positivista en México, Porrúa 1998).

Más allá del ego creo que es un buen ejercicio de imaginación científica, necesario a esta nación que estadísticamente muestra poco interés por las ciencias. Esa imaginación amplía el horizonte de la Psicología hacia la interdisciplinariedad (el libro expone relaciones con la filosofía y las ciencias), y nos promete sorpresas en temas no agotados durante un siglo veinte que, por alguna razón, sigue invadiéndonos.

Y ya que mencioné la cuestión del positivismo en México, brevemente les reseño la tesis principal del Leopoldo Zea, brillante filósofo mexicano cuya reciente muerte no diluye su presencia en el pensamiento nacional. Su libro El positivismo y la circunstancia mexicana (FCE 1985) tiene en su centro la idea de que la adopción del positivismo en México respondió a la necesidad de la burguesía mexicana de cambiar "de una ideología de combate a una de orden", el mismo orden ideado por esa clase. Por eso la dictadura mexicana pudo bien representar esta etapa de la historia nacional.

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