15.5.06

A propósito de enseñanza y libros

Una de las instituciones acusadas por la falta de creación de lectores suele ser -y con buenas razones- la escuela. Como lugares construidos para la formación y el aprendizaje, las escuelas han evolucionado en los últimos siglos en lo que respecta a su función sociopolítica, gracias al desarrollo de la teoría pedagógica. Una suma de los enfoques pedagógicos del último siglo (y sus antecedentes en las dos grandes revoluciones: francesa e industrial) se expone en el libro de Gonzalo Vivero Plancarte Enfoques pedagógicos para la enseñanza de hoy (Pax, 2006).

Leer teoría
Como se advierte en su presentación, el libro se destina a que los docentes, tradicionalmente transmisores del conocimiento, no sólo conozcan el fundamento teórico de su práctica docente, sino que piensen reflexiva y críticamente su práctica en las escuelas.

Frente al riesgo de una simplificación de la teoría, Viveros Plancarte analiza las propuestas pedagógicas de cada contexto histórico, destacando los aciertos y límites de cada una de ellas. En su recorrido por la distinción de ideas pedagógicas más actuales, sobresalen autores que en tratados pedagógicos más o menos recientes son excluidos. Precisamente, la falta de un compendio actualizado hace que esta obra, de presentación sencilla, resulte la más útil a la (o el) estudiante de pedagogía.

¿A quién sirve la escuela?
Una de las preguntas transversales a este compendio es la función social de la escuela. La vieja tensión política entre individuo y sociedad surge inevitablemente al preguntarse por los contenidos de la educación. De transmisora a formadora o de reproductora a concienciadora, la escuela sigue siendo cuestionada en sus prácticas ordinarias que la delatan como un instrumento de fuertes implicaciones políticas. Reflexionar la escuela sin esa vertiente -se podría concluir después de analizar los contenidos del libro- sería un anacronismo que responde a intereses individuales.

La educación (in)moral
Al mencionar los autores críticos de las últimas décadas (entre ellos Freire, Giroux, Apple, Illich), se revela el conflicto filosófico de la práctica pedagógica frente al racionalismo y a la tergiversación de conceptos tales como el humanismo. La indiferencia ante el conflicto filosófico en la educación fomenta actitudes tradicionales tales como el dogmatismo, proveniente de la burocratización (Illich), o posmodernas, como el relativismo pragmático que se aleja de la intención de cambio, crucial propósito de toda educación.

El desenmascaramiento de un discurso oficial que reincide en la aplicación de métodos autoritarios y dogmáticos y aleja el proceso educativo de las necesidades sociales (superponiendo las de tipo político) promete ser la continuación de la obra de Viveros, quien omite una conclusión a propósito del conjunto.

¿Y los lectores?
Aun no siendo el tema de la lectura un ítem preciso de esta obra (apenas en el balance teórico de Freire se menciona la propuesta social de la lectura), el análisis sobre las metodologías de las diversas escuelas pedagógicas permite determinar qué tipo de escuela puede ser promotor de la lectura. El énfasis de la autonomía académica de las propuestas crítica, investigativa y ?de otro modo, la reflexiva? ofrece la posibilidad para socializar actitudes en la promoción de auténticos lectores.

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